No permita que el trabajo le arrebate su libertad

Por. Martha Suescún

Directora de la Fundación Libérate

Cada día vemos cómo toman más fuerza las llamadas dependencias psicológicas, ocultas, no químicas o sin sustancias, entre las que se destacan la ludopatía, la adicción a las compras, al trabajo, al sexo, al ejercicio físico y a las tecnologías (videojuegos, internet, celulares), las cuales empiezan a ser preocupación para la salud pública, porque ocasionan problemas muy graves a las personas que la padecen y porque son comportamientos que se disfrazan de inofensivos.

Existen ciertos hábitos  de conducta que aparentemente no nos hacen daño pero que van tomando fuerza hasta llegar a una adicción. Estas conductas problemáticas presentan síntomas similares a  las que sufren los farmacodependientes. Es decir, los síntomas de adicción psicológica a la adicción no tóxica son similares a los de las adicciones químicas o adicciones tóxicas (drogas, alcohol).

Tanto las adicciones tóxicas como las no tóxicas comparten las mismas características, por ende, la tolerancia, abstinencia, la pérdida de control de impulsos, pérdida del interés por otras actividades gratificantes e interferencia con otras actividades cotidianas, pertenecen a los dos tipos de adicción.

En relación a lo anterior es importante darle relevancia al tema que nos atañe y es la adicción al trabajo, una adicción que como no es expuesta ni genera rechazo, o pasa desapercibida, no se le presta la suficiente atención. Sin embargo como se menciona en el párrafo anterior, comparte las mismas características que una adicción tóxica lo que indica que puede llegar a ser igual o incluso más grave.

Si lo hablamos en términos de comportamiento, la persona adicta al trabajo, carece de interés por todo lo que no pertenezca a su mundo profesional. Sus pensamientos siempre están girando en torno al trabajo y no saben disfrutar de actividades de recreación y descanso. (Douglas y Morris, 2006).

En la adicción al trabajo los síntomas se pueden dar en tres niveles: nivel fisiológico, a nivel cognitivo – emocional y a nivel comportamental: en el plano fisiológico, generando  estrés y cansancio crónico, trastornos sexuales, insomnio y trastornos psicosomáticos, como las molestias gastrointestinales o la hipertensión arterial. (Scott, Moore y Micelli, 1997).

En el nivel cognitivo-emocional, generando  ansiedad, depresión, dificultad para tomar decisiones y solucionar problemas,  necesidad de control, intolerancia,  miedo al fracaso, perfeccionismo, hiperresponsabilidad e impaciencia e irritabilidad, pérdidas parciales de memoria, baja autoestima, necesidad de logro.

A nivel comportamental, la adicción al trabajo se refleja principalmente en la disminución del rendimiento laboral, debido al cansancio tanto físico como emocional, desarrollo de otras conductas adictivas, ya sea al alcohol, el sexo, el consumo de fármacos y otras drogas. Se puede manifestar también con conductas como prisa constante y obsesión por hacer, urgencia de tiempo, necesidad de hacer varias tareas simultáneamente, dificultad para delegar tareas, dificultad para relajarse, mayor incapacidad para solucionar problemas de forma efectiva, desinterés por las relaciones interpersonales consideradas por el sujeto como “no productivas”, aislamiento social y deterioro del núcleo familiar. (Del Líbano, y García, Llorens y salanova, 2004).

De una revisión de las definiciones propuestas por diversos autores, se puede establecer que el adicto al trabajo se caracteriza por una excesiva dedicación laboral, sacralizando la actividad laboral como el único fin de su vida, con desinterés por todo lo que no sea su trabajo e incapacidad para dejar de trabajar (Alonso-Fernández, 2008; LLaneza, 2009; Polaino-Lorente, 2003; Salanova, 2007).

 

Comportamientos que indican una adicción al trabajo

  1. Extrema actitud laboral.
  2. Dedicación excesiva en tiempo y esfuerzo.
  3. Un cierto trastorno compulsivo e involuntario a continuar trabajando (criterios inclusivos).
  4. Un desinterés general por cualquier otra actividad (ocio, familia, deportes, amistades, etc.), que no sea la estrictamente laboral (criterio exclusivo).

Las características más destacables son (Llaneza, 2009):

  • Sentir preocupaciones agobiantes durante el fin de semana.
  • Incapacidad para tomarse vacaciones o descansar.
  • Imposibilidad de abandonar al final de la jornada un trabajo inacabado.
  • Ponerse nuevos trabajos para realizar en los periodos de descanso.
  • Ser incapaz de rechazar ofertas de trabajo adicional.
  • Experimentar que el tiempo pasa muy rápido cuando se trabaja.
  • Ser competitivo en cualquier actividad.
  • Mirar impaciente el reloj.
  • Ser acusado por los familiares y amigos de que dedica más tiempo al trabajo que a ellos.
  • Experimentar cansancio e irritabilidad si no se trabaja durante los fines de semana.
  • Quedarse el último en la empresa.
  • Evitar la delegación.
  • Limitar las lecturas a temas laborales.
  • Tener problemas para relajarse.
  • Trabajar con tensión.
  • Comunicarse mejor en la empresa que fuera de ella.

Para concluir, no es adaptativo depender del trabajo para desarrollar una tarea, como tampoco es sano depender del alcohol para divertirse ni el éxtasis para sentirse feliz o de la cocaína para rendir.

Pero tampoco lo es depender del juego para recuperar pérdidas económicas sufridas por el mismo juego, depender del trabajo para mantener la autoestima, del cónyugue para tomar decisiones o de la religión para pensar.

En caso que sienta que el trabajo se le está volviendo una adicción, lo mejor es que busque ayuda profesional.

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