El rol del psicólogo de hoy debe estar enfocado en la mitigación de factores de riesgo

El consumo de sustancias psicoactivas es un problema de salud pública que ha venido en aumento en los últimos años en todo el mundo. De acuerdo con el último informe mundial de drogas aproximadamente el 5,6% de la población mundial ha consumido sustancias psicoactivas por lo menos una vez en el año y la cantidad de muertes derivadas del consumo ha incrementado en un 60% entre los años 2000 y 2015 (UNODC, 2018).

De acuerdo con UNODC (2018) Colombia es el país con mayores niveles de producción de sustancias como la cocaína y es uno de los países en los que existe mayor facilidad en el acceso a drogas ilegales debido a la disponibilidad y bajo costo, como ocurre en el caso de la marihuana que es la sustancia más consumida alrededor del mundo.

De un total de 1035 colombianos encuestados para la elaboración del informe mundial, el 99% refirió haber consumido alguna droga legal en el último año y el 83% haber consumido alguna sustancia ilegal en el mismo período de tiempo.

Según el Reporte de Drogas de Colombia publicado en el 2017, las tasas de mayor prevalencia de consumo de sustancias en general se encuentran entre los 18 y 24 años, siendo mayor el número de casos de hombres consumidores que de mujeres (ODC, 2017). Los estudios revelan que el rango de edad en el que existe mayor riesgo para iniciar el consumo de sustancias psicoactivas se encuentra entre los 12 y 17 años (UNODC, 2018).

Así, teniendo en cuenta que la edad de inicio del consumo de drogas se encuentra entre la adolescencia temprana y tardía, es fundamental la implementación de planes de acción orientados a la promoción de la salud y prevención de la enfermedad en este grupo poblacional. Siendo la adolescencia una etapa en la que existe una reducida percepción de daño y los individuos deben enfrentarse a diversos cambios, situaciones y exigencias que se presentan en diferentes áreas de su vida, lo cual implica un proceso de adaptación y transición del que se derivan altos niveles de estrés y gran inestabilidad emocional que llevan a los adolescentes a tener que utilizar diferentes estrategias para regular sus emociones y afrontar las situaciones que se les puedan presentar. La elección de dichas estrategias está basada en características personales, del contexto en el que se desenvuelven y otros aspectos concernientes a su historia (Garrido-Rojas, 2006; Latorre & Montañés, 2004).

Algunas de ellas pueden ser útiles y permitir la adaptación adecuada del individuo a su contexto sin que haya un daño para sí mismo o los demás, sin embargo, existen otras que pueden resultar inadecuadas o poco adaptativas, como es el caso del consumo de sustancias, el cual en muchos casos ejerce la función de reducción de estados emocionales negativos e intolerables (López, Hernández-Ardieta, 2014).

Por otro lado, es importante tener en cuenta que el consumo de drogas es una problemática que se configura como resultado de múltiples variables presentes en los diferentes contextos de funcionamiento del individuo: familiar, académico, social, personal, entre otros. De este modo, elementos como la edad, estrategias de afrontamiento, habilidades sociales, manejo emocional, clima familiar, entre otros, pueden configurarse como factores de protección o de riesgo, siendo estos últimos aquellos que aumentan la probabilidad de que una persona incurra en el consumo de sustancias con mayor facilidad a comparación de una persona que no está expuesta a los mismos.

Considerando todo esto se hace evidente la necesidad de tomar acciones ante esta problemática y una manera de hacerlo es a través de la implementación de programas de prevención dirigidos a los adolescentes así como a padres, cuidadores y docentes a través de actividades a nivel individual y grupal, teniendo en cuenta su rol en el proceso formativo de los adolescentes, ya que el proporcionamiento de herramientas repercutirá positivamente en su bienestar personal y permitirá que las apliquen con sus hijos y alumnos y que a su vez se conviertan en modelos adecuados de conducta para ellos.

El que hacer del profesional en la psicología tendrá que estar orientado a la mitigación de factores de riesgo en el ámbito familiar, educativo y social (de acuerdo al campo de acción en el que se encuentre) con el fin de contribuir con el incremento de la edad de inicio del consumo de sustancias así como el aumento de la percepción de riesgo, mediante la implementación de programas de prevención orientados a la sensibilización y desmitificación de imaginarios sociales existentes en torno a dicha problemática, así como a la adquisición de habilidades de eficacia interpersonal, regulación emocional, estilos de vida saludable, proyecto de vida, adecuadas estrategias de afrontamiento, clima familiar positivo, dirigidos a niños, niñas y adolescentes, así como sus familias con el objetivo, no sólo de prevenir el consumo sino de promover una mejor calidad de vida y propender por una mayor cantidad de colombianos psicológicamente saludables.

En la prevención puede encontrarse una estrategia que brinde las herramientas necesarias para que se haga un uso responsable de la libertad.