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Depresión, un riesgo durante el confinamiento

Por Juliana Rey – Psicóloga en formación en Fundación Libérate

La depresión es una enfermedad catalogada como un trastorno de tipo afectivo que se caracteriza por la manifestación de más de un episodio depresivo de al menos dos semanas de duración. La depresión se distingue por la aparición de síntomas como estado de ánimo melancólico la mayor parte del día, anhedonia (pérdida de interés por actividades que antes eran placenteras), pérdida de peso importante, insomnio (ausencia de sueño) o hipersomnia (sueño excesivo), fatiga, sentimientos de inutilidad o culpa, disminución de la concentración y pensamientos recurrentes de muerte (Gomez, Bohorquez, Pinto, Gil, Rondon & Díaz, 2004).

La OMS calcula que la depresión afecta a más de 300 millones de personas en el mundo actualmente y puede deberse a factores fisiológicos como desbalances neuroquímicos, a algún precipitante psicológico que lo desencadene en conjunto con una vulnerabilidad previa, como por ejemplo alguna enfermedad crónica, una situación traumática, o un evento estresor como es el caso de la situación actual de aislamiento preventivo debido al COVID-19 (Hammen, 2005).

El aislamiento actual tiene un impacto sobre la salud mental, situaciones como estas se convierten en eventos estresores, que son valorados como negativos y que se vuelven una constante, y, por lo tanto, han demostrado ser factores que precipitan la reacción depresiva (Hammen, 2005).

Así mismo, las interacciones sociales constituyen un eje fundamental en la vida del ser humano, brindan a la persona un grado de bienestar y elevan la percepción de apoyo; por lo cual, la ausencia de dichas interacciones, fruto del aislamiento, puede significar para algunos individuos un riesgo para la depresión.

El aislamiento genera sentimientos subjetivos de angustia, de soledad y de vulnerabilidad; aumenta la rumiación (pensamientos obsesivos y desadaptativos de autorreflexión que incrementan la intensidad y duración del estado emocional) y exacerba los síntomas de un episodio depresivo (Matthewes, Danese, Wertz, Odgerz, Amble, Moffitt & Aseneault, 2016).

La recomendación, en el marco de esta coyuntura mundial, es que tengamos estrategias para desarrollar en casa tales como: por un lado, si usted considera que tiene alguno de los síntomas mencionados al principio, no lo dude, busque atención psicológica en línea. Segundo, realice actividades en casa que sean de su interés (leer, escribir, bailar, ver una película, hacer ejercicio).

Tercero, no se aísle, cambie la forma de relacionarse con los demás a través de encuentros online. Por último, pero no menos importante, el autocuidado, cuide sus hábitos alimenticios y sus hábitos de higiene, tenga los cuidados necesarios si padece de alguna enfermedad y cuide su sueño (Gelenberg, 2010).

Referencias:

Gelenberg, A. J. (2010). A review of the current guidelines for depression treatment. J Clin Psychiatry, 71(7), e15.

Gómez-Restrepo, C., Bohórquez, A., Pinto Masis, D., Gil Laverde, J. F., Rondón Sepúlveda, M., & Díaz-Granados, N. (2004). Prevalencia de depresión y factores asociados con ella en la población colombiana. Revista Panamericana de Salud Pública, 16, 378-386.

Hammen, C. (2005). Stress and depression. Annu. Rev. Clin. Psychol., 1, 293-319.

Matthews, T., Danese, A., Wertz, J., Odgers, C. L., Ambler, A., Moffitt, T. E., & Arseneault, L. (2016). Social isolation, loneliness and depression in young adulthood: a behavioural genetic analysis. Social psychiatry and psychiatric epidemiology, 51(3), 339-348.