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Dependencia emocional, apego y estilos parentales

Por Juliana Rey – Psicóloga en formación en Fundación Libérate

El apego es definido como un lazo afectivo que desempeña un papel fundamental a lo largo del ciclo vital. La conducta de apego es propia de los seres humanos desde que nacen hasta que mueren y está estrechamente relacionada con los estilos de crianza, pues las interacciones con las primeras figuras de apego en los niños (es decir sus cuidadores) determinan el estilo de apego de una persona en su etapa adulta, el cual está definitivo por la proximidad y la disponibilidad emocional que el niño percibe en dichas figuras (Martínez & Gómez, 2013).

Existen tres estilos de apego; por un lado, está el apego seguro caracterizado por formas efectivas de relacionarse. Este tipo de apego se da en una crianza donde el cuidador transmite protección y seguridad al niño, deja claros los límites, estimula y permite la expresión de sus emociones y fomenta la autonomía.

En segundo lugar, está el apego evitativo que se caracteriza por una menor demanda de cercanía física e intimidad, por lo que las personas con este estilo de apego perciben la amenaza en la demanda de dicha cercanía, son personas que suelen estar poco disponibles emocionalmente en pareja; esto se relaciona con estilos de crianza autoritarios, con cuidadores no disponibles emocionalmente, que transmiten mensajes de desaprobación, y descalificación al niño.

Por último, encontramos el apego ansioso o también llamado apego inseguro. Las personas con este estilo de apego buscan una cercanía física permanentemente, tienen un temor constante y en ocasiones irracional al abandono, suelen vincularse con otras personas cuyo estilo de apego es evitativo, por lo que la sensación de amenaza se puede volver recurrente en ellos.

Este estilo de apego está relacionado con crianzas ambivalentes, donde uno de los padres puede actuar como un agente sobreprotector y el otro de forma autoritaria y castigadora (Momene & Estévez, 2018). El apego inseguro tiene un papel predictivo hacia el establecimiento y mantenimiento de relaciones con presencia de dependencia emocional.

La dependencia emocional es un trastorno de personalidad catalogado también como una adicción, y caracterizado por una necesidad constante de reafirmación y compañía. Las personas con dependencia emocional tienen una tendencia a idealizar a sus parejas y en ocasiones a sentirse inferiores a ellas, por lo que emiten comportamientos de sumisión a fin de evitar una ruptura (Martínez & Gómez, 2013)

Se les dificulta expresar desacuerdo por miedo a perder aprobación en otros, tienen dificultad para tomar decisiones o iniciar proyectos sin la aprobación de otros, y pueden llegar a sentir gran incomodidad al estar solos por lo que es probable que al terminar una relación estrecha busquen otra inmediatamente (Caballo, 2004).

De modo que, si el apego y la crianza son predictivos de la dependencia emocional es importante que desde casa se trabaje con los niños en formas efectivas de relacionarse que fortalezcan apegos seguros, ya que las experiencias afectivas y los modos de relacionarse en el hogar, son factores que el niño interioriza en esquemas de conocimiento sobre sí mismo y sobre cómo relacionarse con otros.

Así mismo, hay que tener en cuenta que estilos de crianza con excesiva autoridad o excesiva sobreprotección y carencia de límites y autonomía generan vulnerabilidades para el desarrollo de una dependencia emocional.

Que la cultura de la libertad de elegir sea una plataforma para un sano desarrollo de la personalidad en cada individuo de la familia.

Referencias:

Bernal, F. (2005). Violencia de género en la escuela: sus efectos en la identidad, en la autoestima y en el proyecto de vida. Revista Iberoamericana de educación, (38), 67-86.

González, C & Bejarano, C. (2014). La violencia de género: evolución, impacto y claves para su abordaje. Enfermería Global, 13(1), 424-439.

Luque, G & de la Cruz, A. (2017). Coeducar para transformar: directrices educativas para combatir la violencia de género. Revista UNES. Universidad, Escuela y Sociedad, (2), 30-50.

Villavicencio, L & Zúñiga, A. (2015). La violencia de género como opresión estructural. Revista chilena de derecho, 42(2), 719-728.